domingo, 9 de marzo de 2008

8 de marzo

A mí esto de los días conmemorativos para ser sinceros me la refanfinfla. Ya sea el día de la mujer trabajadora, el del padre, el de la Tierra, el del sida o el de los enamorados que compran en el Corte Inglé. Lo cierto es que para las cosas importantes todos los días deberían ser buenos y para las que no son importantes no es necesario ni dedicarle un día. Además, estoy en un momento en mi vida en que todos los días parecen repetirse, lo cual, si por una parte podría parecer un infierno (sin ir más lejos, el de Calvino), por otro da un cierto alivio esa estabilidad aparente de "aquí no pasa nada, todo controlao"... porque cuando se avecinan cambios, movidas y otros carromatos con un niño por medio, nos solemos poner más nerviosos de lo habitual.

Sin embargo, el ocho de marzo tiene ese punto reivindicativo y guerrero (al que alguno de esos lumbreras que se dedican al marketing de esos grandes almacenes debería sacarle partido), que me gusta. Aunque no sé muy bien porqué es un ocho de marzo y no un 25 de agosto: en principio es la fecha que se decidió en las Naciones Unidas, con motivo de un aniversario de un incendio en una fábrica textil en NY, donde murieron casi 150 trabajadoras....o eso explica una "leyenda". Lo que sorprende es que esa situación precaria que a principios de siglo pasado se vivía en NY, hoy se repite en otras partes del mundo (las maquilas en la frontera mexicana, por ejemplo). Y las mujeres seguimos siendo dependientes en muchas cosas. En lo emocional, sin ir más lejos. O será que llevo unos días tocada... Y a pesar que hay gente alrededor que me recuerda lo valiente y fuerte que siempre he sido para enfrentarme con el día a día, a veces tengo ganas de dejarme llevar por arrumacos y abrazos y dejar atrás la puta capacidad de aguante.

Empiezo a entender esa frase que leí hace un tiempo. Algo así como que "los hijos son las anclas que sostienen a las madres a la vida", porque sí, porque una mira a Calabacita y el mundo parece menos malo. Verla sonreir todas las mañanas me hace dejar de pensar en otras cosas. A pesar de esa rutina y esos días repetidos. Aún así, aún me permite ir a ver alguna expo (muy recomendable la de Chema Madoz, qué grande es este hombre), comer con mi niño favorito y que me explique de sus aventuras en el mundo de la farándula :), compartir ratitos con esas mujeres maravillosas que puedo llamar amigas y nos soportamos las lloreras las unas a las otras, escaparme unos días a Girona o reencontrarme con un amigo que hace tiempo quiero ver y que anda estos días por aquí por temas de curro....(y no, el martes no te escapas :P)