sábado, 29 de diciembre de 2007

El Walden 7


Hasta hace relativamente poco, cuando alguien me hablaba (o leía o escuchaba) la palabra Walden me venían a la cabeza dos historias bastante relacionadas. Por una parte, Thoreau, su ensayo sobre desobediencia civil y su "huida" en plan ermitaño en el entorno del Walden Pond (Thoreau en realidad era un poeta... hay un blog interesante con sus textos que encontráis AQUI). Por otra un libro que releí hace relativamente poco, llamado Walden dos,de un psicólogo llamado Skinner, en que fantasea sobre una comunidad autosuficiente y autogestionada. En realidad, la experiencia está basada en ese primer Walden. Pero cuando Yolanda me dijo que su hermana se iba a vivir al Walden 7, ni siquiera caí en todos esos Waldens anteriores de los que tenía referencia. No ha sido hasta ahora, cuando Maribel dejaba su piso y me ofrecía (sabiendo que estoy buscando un nuevo lugar para vivir con Calabacita), si me interesaba. Así que he estado curioseando por la red sobre el
Walden 7 y descubro asombrada que se trató de una tercera experiencia Walden... un edificio ideado por un grupo de progres de la época (entre los que se encuentra Goytisolo, cuyas palabras decoran el parking del edificio), una polémica rehabilitación de una fábrica de cemento que se convierte en uno de esos edificios emblemáticos objeto de estudio de las facultades de Arquitectura. No sé qué queda del espíritu inicial de los primeros habitantes, seguramente ya no queda nada... sólo las formas, pero como mínimo tiene su encanto un sitio con tanta historia, yo que siempre he querido vivir en una casa con historia.

"Igual que en cueva o castillo mágico todo iba a cambiar en aquel sitio, todo iba a cambiar porque en el sueño las cosas imposibles ocurren facilmente".José Agustín Goytisolo, Walden, 1977

viernes, 28 de diciembre de 2007

La frigopoesia

Me he hecho con un juego de esos, de frigopoesía. Recuerdo que la primera vez que lo vi en casa de Gabriela me hizo mucha gracia eso de que se dejasen frases ella y su compañera de piso. Quizás ahora eche de menos eso de tener compis de piso... (además, mi experiencia este año ha sido muy bonita, y he conocido dos niñas que intuyo que me van a acompañar mucho tiempo_ Lorena ha vuelto de Cochabamba y quiere venirse unos días a Barcelona... y Lola siempre está ahí, cerquita...). El caso es que de momento me hago yo mis frases, mis versos... Son 510 imanes para combinar, aunque me faltan algunas palabras importantes... (como estrellita o calabaza... por ejemplo...), para enganchar en la nevera (www.frigopoesia.com) y juguetear a ratos mientras haces la comida o abres la nevera pa pillar una cerveza....

Y no, no llevo comisión ni nada de eso. Pero me gustan esos juegos de palabras.

¡Ah!. por cierto... Feliz Navidad.. :)

viernes, 14 de diciembre de 2007

¿Todo pasa por algo?

En mi familia (o al menos en una parte), hay esa extraña convicción de que "todo pasa por algo". Tiene más que ver con las creencias y la parte mística que con argumentos científicos, aunque seamos capaces de convocar la lógica para justificar cualquier cosa. Recuerdo que cuando me separé (o cuando se separaron de mí), mi abuela, que aunque ahora ya no esté aquí yo siempre tengo presente, lo primero que me preguntó era si Albert se había tomado algo (pasé de hablarle de sutancias psicotrópicas, que me parecia que no venían al caso, ni el tratamiento hormonal al que se estaba sometiendo, para intentar conseguir aumentar la producción de esperma). Lo segundo fue esa mítica frase: "pues ahora no lo sabes... y a lo mejor tardas mucho en saberlo... pero todo pasa por algo". No sé cómo hubiera sido mi vida si todavía siguiésemos juntos, si yo hubiera pasado por el aro ciertas cosas, me hubiese hecho la cegata y la sorda, y cuando me dijo tembloroso eso de "no me vas a perdonar en la vida ¿verdad?", yo hubiese respondido un sumiso "sí, hombre, aquí no ha pasado nada" y hubiese olvidado que me dejó en la puerta del hospital el dia que me quitaban treinta grapas, después de decirme que se habia enamorado de una compi del curro y se fuese tan tranquilo a trabajar. Seguramente hubiera renunciado a tener hijos si él finalmente y como era la previsión, él no hubiera podido tenerlos, ni siquiera los habríamos adptado, porque él creía que no se les quería igual... Es posible que todavía viviese en esa ciudad dormitorio que tanto me agobiaba y por la que no sentía ningun vínculo, a pesar de los años vividos y las vivencias compartidas. Ahora miro hacia atras, lo que he hecho en estos ¿tres? años (no sé si exclamar: "¡sólo tres!" o "¡ya tres!"): los viajes, mi año en Madrid, Reading, los hombres que he amado, los amigos que han llegado nuevos, los que se quedaron... y especialmente esta niña que me roba el corazón (y las tetas, sí, especialmente las tetas....), y no puedo dejar de preguntarme si es verdad que mi abuela tenía razón...