martes, 3 de junio de 2008

Las mujeres, el mundo y calabacita

Últimamente dos amigos me han hablado de sus madres. Curiosamente, ambas tienen vidas parecidas que podrían resumirse en mujeres fuertes que por circunstancias diferentes se han visto criando a sus hijos solas. Luego la vida les ha llevado a otros sitios o a otros brazos, pero a mí me sigue sorprendiendo esto de que la vida se convierta algunas veces en una carrera de obstáculos, y da igual que vivas en Brasil que en Barcelona. Ambas tienen algo bueno junto a ellas: unos hijos que las idolatran. Y hablan de ellas con ternura y admiración. Pero es que realmente son admirables. ¿No lo son todas las madres? (igual tendría que escribir "somos"). Aunque a mí me está resultando relativamente fácil esto de la maternidad, porque basta que Maria me sonría para que piense que merece la pena cualquier sacrificio. Así que quiero estar siempre que ella estira el brazo y pide con la mano que alguien la sostenga al otro lado.

El otro día le compré una pelota de tela, de esas que están decoradas con un mapamundi con el nombre de los países. Es una excusa perfecta para seguir a Estrellita por el mundo :). También aprovecho para hablarle de países en los que he estado y contarle historias y de otros donde algún día me gustaría estar. Con la esperanza que ella también quiera. Así que le cuento que en la Capadoccia hay valles singulares y caprichosos, como el Valle de las Palomas, que se llama así porque está lleno de palomares en los que se recogía el guano para cultivar, y que si paseas por él, te encuentras aquí y allá con pequeños bosques de cedros. Antiguamente, cuando nacía una niña, el padre plantaba un bosque de cedros y así cuando la niña se casaba los talaban y obtenían la madera necesaria para hacer los muebles de la nueva casa. También le cuento que este verano intentaremos plantar para ella algunos castaños... no para talarlos si un día se casa... sino para hacer el mundo un poquito mejor. Le explico que en México hay una selva muy especial: Lacandona. Donde los niños corren descalzos y se bañan en un río. Y a pesar de no tener apenas nada, son niños muy ricos. Que en la China, los niños como ella llevan unos bodies abiertos por delante, y sin pañales, que no sé si es más higiénico o mucho menos, pero que también acaban riendo mecidos por las abuelas, igual que ella... Todo eso le voy explicando...., y mientras ella crece. Me mira las manos, me las coge, me mira a los ojos, sonríe. Grita, porque es muy gritona. Y yo le devuelvo la sonrisa, sabiendo que es lo mejor que me ha pasado.