martes, 29 de enero de 2008

Girona

... que "Girona m'enamora" hace tiempo que me pasa. Que es una ciudad para perderse entre calles empedradas, atravesar todos los puentes sobre sus ríos y pasear por esos parques que parecen abandonados desde tiempos de Napoleón es algo que intento practicar de vez en cuando. Más desde que uno de esos amigos de corazón, de esos de mirar a los ojos cuando de vez en cuando me pierdo y necesito reencontrar una mirada, vive allí. Este finde Calabacita y yo nos fuimos a su casa. Una de esas casas que acompañan, que recogen, que te calman... Tarde de sofá y cenita en casa. Y conversaciones largas. De esas que te tocan, que te hacen pensar, que te hacen soltar una lagrimita y muchas sonrisas y alguna carcajada. Me dice que tiene ganas de volver a tener pareja. Me recuerda aquello de "qué jodida es la soledad cuando no se quiere estar solo". Y sí, supongo que sí, aunque yo últimamente no lo recuerdo. Una niña de poco más de dos meses hace que mi tiempo desaparezca sin apenas darme cuenta de nada :) También tengo que reconocer que una estrella está trayendo nuevamente un poco de luz a mi vida. Una de esas luces que se encienden poco a poco, como si trajese incorporado uno de esos interruptores con "potenciómetro" que regula la intensidad ... y así le vamos dando gas poquito a poco :P
Y creo que a mi hija (que aún se me hace raro eso de decir "mi hija"), le gusta la luz de esa ciudad (de la estrella creo que también)... (y las piedras, que se queda frita paseando por encima de esos adoquines que nada tienen que envidiarle a la "calzada portuguesa"....). Me viene algo a la cabeza estos días. Y cuando visito a Joselito, en esa casa de piedra que da la espalda a la catedral y toca a uno de esos jardines que tanto me gusta, esa idea empieza a tomar forma, un poquito más allá... Ahora que me ahogo en esta ciudad "textil" y que estoy buscando salidas, vuelvo a mirar un poquito más al norte.